En febrero de 2004, Janet Jackson y Justin Timberlake comparten escenario durante la Super Bowl. Al terminar la canción, Justin quita, de forma muy teatral, una pieza del vestido de Janet, revelando un pecho con un enorme piercing en el pezón. Este numerito pretendía dar un empujón de ventas al nuevo disco de la Jackson, "Damita Jo", pero se convirtió en un escándalo bastante ridículo.
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